“Pintar se está volviendo para mí en un proceso de abstracción. Pide concentrarme en la simplicidad de materiales y formas, procurar la limitación del color y practicar el esfuerzo, siempre fallido, de evitar la representación de un motivo o una imagen concretos. Mirar y celebrar las superficies del cuadro como si el ojo fuera la mano que pasa sobre ellas y sintiera tocar el mundo sólo con mirarlo.
La realización de las diez pinturas que componen la Suite Kioto ha sido en paralelo a la lenta redacción de mi libro Universo y sentido. Al final de éste mantengo que el goce y el estudio del cosmos conducen a una “serenidad de conciencia”. En estos cuadros he
trabajado imágenes de tonos suaves sobre un mismo color claro de fondo y líneas, en general, horizontales. He querido transmitir serenidad y armonía. Los numerosos santuarios de Kioto, con sus características puertas Torii, nos introducen en espacios de
meditación bajo techos de líneas llanas.
En Primavera, las ramas de los almendros florecen en horizontal y se reflejan en el espejo azul del lago.”