Desire Shinings

Desire Shinings

por Natasha Becker y Mariella Franzoni, comisarias de la sección Mañana/Hoy

Para Dentro y fuera del tiempo, Gino Rubert (México, 1969), presenta Brillos del deseo, un proyecto que continúa su exploración del mundo sentimental a través de la lente ingeniosa, imaginativa e irónica de sus pinturas figurativas de técnica mixta, que mezclan pintura acrílica y óleo con collage de fotografías, objetos y otros materiales. En su mayoría narran historias de amor romántico, pasión y conflictos, las escenas teatrales representadas por Rubert están llenas de realismo mágico y elementos iconográficos apropiados de la cultura visual mexicana y de las iconografías religiosas tradicionales.

Protagonistas de Desire Shinings, la primera exposición de Gino Rubert en el continente africano, son una serie de piezas de pequeño tamaño de sus "pinturas de luz", obras en las que una escena velada se revela mágicamente desde detrás de una cortina, al encenderse una luz oculta instalada en la parte posterior del cuadro. Obras como "El traje nuevo de la emperatriz / The Empress's New Clothes (2023)" - un cuadro cuyo título hace referencia al cuento popular literario danés para denunciar implícitamente la pretenciosidad y la hipocresía social de la sociedad contemporánea y, en concreto, del mundo del arte- escenifican un cuadro de doble cara, en el que una figura femenina guiña el ojo seductoramente al espectador y una cortina actúa como umbral entre lo que se ve y lo que no se ve, la puerta hacia el deseo prohibido

Como dioramas o miniaturas del mundo romántico, los cuadros de Rubert parecen ofrecer, a primera vista, complejas narraciones ilustradas. Sin embargo, las escenas representadas nunca cuentan una historia clara. Más bien evocan relatos ambiguos, impregnados de un misterio cautivador, que sólo aluden a situaciones y escenas íntimas y a veces inquietantes en ambientes domésticos, eludiendo así las narraciones explícitas. Nos seducen, como una trampa, nos secuestran en un asombro fascinado y a la vez perplejo, nos lanzan a un mundo sensual hecho de ilusiones, deseo y fantasía.

Atrapados en un tiempo suspendido, los cuadros de Rubert son como canciones de amor acompasadas por los latidos de un corazón atravesado por una pasión ardiente. Íntimamente líricos y profundamente psicológicos, despiertan sentimientos tanto de extrañeza como de familiaridad. Sus personajes nos miran lánguidamente, entregándose a la seducción. Permiten una estética del erotismo que - haciéndose eco de George Batalle - aparece como un tiempo sagrado en el que el deseo se mezcla con los tabúes y la crueldad, y donde el individuo experimenta la tensión primordial entre eros y thanatos.

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